Se considera que existe retardo de la consolidación en aquellas fracturas cuya cicatrización no progresa en un lapso de tiempo que se estima normal, a pesar de que existen evidencias clínicas y radiológicas de que el proceso de reparación ósea no ha cesado.
En múltiples ocasiones las incapacidades o mutilaciones surgidas después de lesiones traumátcas de los miembros no son consecuencia ineludible del accidente, sino de complicaciones o secuelas evitables del tratamiento. Las fracturas, generalmente, evolucionan de forma satisfactoria; sin embargo, otras veces necesitan más tiempo del esperado para su curación. En este caso estamos en presencia de una de las complicaciones de las lesiones traumáticas óseas: el retardo de la consolidación.
Suele ser un problema completamente local, dependiente de varios factores: anatomía y fisiología del hueso fracturado, tipo y grado de tratamiento óseo de los tejidos blandos vecinos y de la eficacia del tratamiento impuesto. Por consiguiente, cualquier factor que interfiera en el delicado proceso de reparación contribuye al retardo o la falta de consolidación.
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